viernes, 5 de diciembre de 2008

El sabor amargo del Té.

El sabor amargo del té es causado por unas substancias llamadas Taninos. Los taninos son metabolitos secundarios de las plantas, sus moléculas son solubles en agua y tienen una base fenólica. Son los causantes de ese sabor “amargo” (más bien astringente) de el té y otros alimentos.

Estas substancias están presentes en muchas plantas y árboles, y en nuestra vida cotidiana mucho más de lo que creemos. No quiero hablar mucho sobre la función de estas moléculas en la naturaleza, así que vamos a hablar de cómo nos afectan.

Además de dar ese amargor característico al té o a los vinos (están presentes también en  muchas frutas, sobretodo si no está maduras) estos pequeños, pueden ser muy beneficiosos para nuestro organismo.  Muchos de estos taninos bloquean la formación de una molécula que da la señal para  que los vasos sanguíneos se contraigan inutilizando su efecto. ¿Nunca habías escuchado eso de que un vasito de vino al día te alarga la vida? Pues ya sabes porque. Como he dicho antes, el vino contiene taninos (incluso es valorado según su contenido) y un consumo responsable puede evitar problemas cardiacos.

Si bien pueden ser saludables para nuestro organismo, en un consumo moderado, no lo son tanto para los herbívoros. Tienen una toxicidad elevada para los seres vivos que se alimenten exclusivamente de plantas con altas concentración de taninos. Estos son capaces de unir proteínas entre si de forma no específica (es decir, de “cualquier manera”), causando así más problemas que beneficios (Otro día hablaremos de las proteínas y sus funciones en el organismo).

 A modo de curiosidad se puede decir, que para los amantes del buen té, sería un error tomarlo con leche. Ya que la leche en su composición tiene muchas proteínas, que se unen a los taninos y reducen así el amargor del té. Si aún así queréis tomar un buen té con leche, la mejor manera de hacerlo es poniendo primero la leche en la taza y el té caliente después. De esta manera, debido al calor del té logramos desnaturalizar algunas de las proteínas de la leche (de manera leve, no desnaturalizamos todas ni mucho menos) y lograr así que no se unan a los taninos. No tendremos todo el sabor amargo que tendríamos sin la leche, pero algo es algo.


Saludos.

2 comentarios:

Isaac "Atridas" Serrano dijo...

Y si no te gusta el sabor amargo y te la pelan los tuminos esos puedes tomarlo con leche?

J Bach Hardie dijo...

Dicho eso, el añadir leche al te se suele hacer con la intención expresa de reducir la concentración de taninos en la bebida y moderar su sabor. Eso sí, para el te con leche se deberían utilizar tes fuertes y muy negros cuyo sabor pueda ser apreciado con plenitud en la mezcla (es más, hay tes cuya amargura es tal que sólo pueden ser apreciados con suficiente leche como para reducir los taninos libres a una concentración tolerable.)

Sin embargo, por razones, al parecer, culturales, en España está mucho más extendidas variedades de te de sabor frágil y poco amargo (y si se me permite la opinión, de calidad vergonzosamente baja), que no son realmente adecuadas para servir con leche. Algo tan simple como un English Breakfast más o menos auténtico (de la clase que se podría comprar en el Reino Unido por dos o tres libras la caja de 100 bolsitas) es relegado a tiendas especialistas y de importación, y a un precio exhorbitado.

En el Reino Unido y, sobre todo, en la India, de donde procede la costumbre de añadir leche al te, el orden tradicional y preferido es preparar el te y luego echar la leche fría o templada. Esto se hace expresamente para evitar la desnaturalización de las proteínas de la leche, la cual perjudica su sabor, y para poder medir la cantidad de leche necesaria por el cambio de color de la mezcla (un te con leche debería adquirir un color marrón oscuro, no muy diferente al del café con leche). Al parecer, preparar el te en el orden inverso (echar el te hirviendo a un vaso con leche fría) apareció por primera vez en Inglaterra porque las gentes de clases sociales desfavorecidas no podían permitirse tazas de porcelana, el único material, en la época, capaz de resistir las altas temperaturas del te hirviendo sin estropearse, por lo que inventaron un método para enfriar la bebida en el momento que llegaba a la taza. Sin embargo, expertos y consumidores suelen estar de acuerdo en que el sabor resultante es inferior con este método, y añadir el te a la leche, y no vice versa, continua siendo un indicador de falta de educación y baja clase social en el Reino Unido.